Ya nos chupo el diablo


-->En la entrevista que Ángel Ruíz de La Ch le hace a Virgilio Muñoz, el director del CECUT sigue una lógica muy extraña:
1.- Alguien debería explicarle que existe algo llamado libertad de conciencia, quienes firmamos la carta dirigida a Consuelo Sáizar no firmamos algún tipo de contrato que nos obligara a actuar de un modo determinado. No está escrito en algún sitio que relacionarse con el Centro Cultural Tijuana, implica estar a favor o en contra de Virgilio Muñoz o quienes se oponen a él. Lo cierto es que desde el CECUT, como lo denunció Claudia Sandoval, se dedicaron a investigar quienes eran los firmantes de esa carta. También es cierto que existen casos donde se condicionó la participación de proyectos a la exclusión de los firmantes de la carta dirigida a Consuelo Sáizar, que firmantes de esa carta han renunciado o cancelado proyectos públicamente. Sumen los que simplemente han declinado a realizar actividades con el CECUT. Virgilio Muñoz parece no entender lo que significa estar al frente de una institución: integrar y producir, incluyendo aquellos que se oponen a su persona, sus políticas o su ideología. Una vez que se dieron cuenta de la magnitud del rechazo a la designación y del apoyo a las acciones emprendidas, se ha dedicado, con el apoyo de sus asesores externos, a buscar cómo llenar su calendario y presentarlos como canicas ganadas en un juego.
2.- Al referirse a Todos Somos un Mundo Pequeño, y quienes se solidarizan con este movimiento, pretende restarle legitimidad con el arma más poderosa que pudo encontrar: él mismo. Eso lo dice todo ¿no?
Yo creía que la carta a Consuelo Sáizar y las acciones y manifestaciones alrededor de Todos Somos un Mundo Pequeño correspondían a expresiones normales y sanas en una sociedad democrática. Pero resulta que estamos lejos de respetar, o ya de pérdida, tolerar estas manifestaciones. Se escuchan expresiones como "No salgas en tantas fotos", "Yo primero cuido mi trabajo", "A río revuelto, ganancia de pescadores", "Muy bien Apá, a mí también me tienen hasta la madre estos batos", "Mensaje en clave, yo ya tomé mi posición", o la idea de que en la dinámica de las instituciones estas cosas pasan y es mejor acomodarse a la nueva situación me resultan sorprendentes. Estas expresiones, independientemente de la posición política que han tomado, sintetizan en buena medida el nivel de muchos creadores de la ciudad, nulo. Me explica porqué estás cosas pasan y no incomodan.
Desafortunadamente, la crítica a las denuncias y exigencias que se han hecho ha sido escasa, y casi en su totalidad, tangencial. Se ha descalificado a partir de la vida personal de unos, del snobismo de otros, de la calidad moral o intelectual para protestar. Incluso, lo más sorprendente, del grado de tijuaneidad de los firmantes. Sin embargo, poco o nada se ha dicho sobre las denuncias de corrupción en el CECUT, de los antecedentes de Virgilio Muñoz en el Instituto Nacional de Migración, sobre sus lazos políticos. Los hechos incontrovertibles quedan, siempre, de lado. Ahí queda el reportaje de Juan Carlos Reyna con dichos y hechos contundentes que sólo ha recibido como respuesta el silencio.
Vaya, ni siquiera Consuelo Sáizar, que tiene en su escritorio una carta sellada con cerca de 276 firmas se ha molestado en contestarla. El debate ha quedado, del lado de los que critican o descalifican a los que critican, postergado.